Mi jefa casi tuvo un accidente: —Con un todo-terreno, ¿sabes?— me lo explicaba mientras nos tomábamos el café de las ocho y media; aún habría otro a las diez y el siguiente, a las tres y media, después de comer —La cosa es que me encanta ese coche, ¿sabes? tan voluptuoso— dijo, apunto de escupir al pronunciar la P. Sigue leyendo
La blanda voluptuosidad que se ahogó en una infusión laxante
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